miércoles, 13 de marzo de 2013

Y LLEGO ESE MOMENTO....

Siempre he temido el momento en que Dawit empezara a plantearse cosas relativas a su adopción, a como llegó a nosotros, a porque somos sus papás... No lo temo por el hecho de no saber que responder, si no por el sufrimiento que sé que le proporcionará esa carga que irá acumulando dentro. No quiero que sufra, es superior a mi, pero es inevitable. Ellos, nuestros hijos, tienen que crecer en cuerpo y mente y "crecerse" ante los obstáculos que les ponga la vida. Nosotros debemos estar al lado por si caen, pero no para evitar que se caigan. Forma parte del aprendizaje de la vida.
 
Ya llevamos meses que de vez en cuando y en los momentos más insospechados "suelta" alguna cosa relativa a su color de piel o a quienes somos su familia, le gusta escuchar y que le nombre a sus titos, primos, abuelas... Y el va diciendo: "Son mi familia".
 
Esta mañana estaba vistiéndolo para ir al cole, lo tenia tumbadito en la cama echándole cremita y él no hacía más que estirarme del escote de la camiseta:
 
-"Mamáaaaaaa te veo la barriguita" y se reía y metía la manita.
 
Cuando lo incorporo me dice:
 
-"Mamá, en la barriga están los bebes" (se me ha puesto un nudo en la garganta que he intentado tragar), le he responido:
 
-"Si, cariño, ¿cómo lo sabes?, (hasta el momento no le había llamado la atención)
-"Mamá, tu me lo has contado" (y a veces pienso que no escucha... pero nooo, se queda con todo)
-Cuando yo era pequeñiiiito estuve en tu barriga mamá...
-No, mi vida, cuando tú eras pequeño no estuviste en mi barriga... Estuviste en la barriga de otra mamá. (de verdad, que aunque intentes sonreir y mantenerte serena, por dentro sentía que me rompía de ganas de llorar)
-Nooooo, mamá, yo quería estar en tu barriga!!!!!!!
-Mi vida, ojalá hubieras estado en mi barriga. Tú sabes que fui a buscarte a Etiopía y que mientras te esperaba estuviste muy dentro de mi corazón, lo sabes verdad? Siempre vas a estar dentro de mi corazón, mi vida. Eres mi hijo y te quiero con toda mi alma.
-Si, mamá....

Ahí se ha quedado la conversación, ha seguido con otras cosas y mi cabeza se ha quedado ahí... Ha sucedido, me ha preguntado. Empieza a cuestionarse muchas cosas... Creo que estoy preparada para responderlas con calma, como hoy ha sucedido. Que duro es ponerme en su piel!! Sólo quiero que se grabe a fuego lo muchísmo que le quiero, le amo... Que daría mi vida entera por que él no sufriera un instante. Lo único que me duele de no haberle tenido dentro mío es no haber llegado a su vida desde el segundo cero. De no haberle arropado cada noche, de no haberle acunado, besado, alimentado... Esa es mi pena. Me ha enseñado a amar con una fuerza desconocida. Como ama una madre, ni más ni menos.

martes, 5 de marzo de 2013

LAS PRIMERAS VECES...

Si algo ha tenido de mágico que nuestro hijo tuviera 27 meses cuando llegamos es descubrir a través de sus ojos muchas primeras veces de forma muy intensa. Al salir de la casa cuna, su miedo al tráfico de las calles, la aglomeración de personas, los alimentos y sus sabores, los animales que veíamos paseando por Addis, las motos, el avión, el baño, el dormir calentito, acompañado, acurrucado... Al llegar, nuestro perro, su casa, su cuarto, su cama, sólo para él... y al día siguiente lo que no se me olvidará es su expresión viendo la playa: "Amama, agua, agua!!!!". Sus ojos no podían abrirse más, arrastraba los pies haciendo surcos en la arena, corría viendo como sus pisadas quedaban marcadas en la arena.
 
Esté sabado tuvimos otra primera vez, cada vez que veía la nieve en la tele se quedaba absorto y nos decía que quería que nevara, llegaron las Navidades y pensaba que, como se veía en la tele, iba a nevar... "Mamá, papa Noel vive en Laponia? allí hay muuucha nieve", como le llamaba a mi bombón la atención... Esta semana blanca ha nevado cerca de Málaga, pero no sabíamos a donde podíamos ir que hubiera cuajado y mi chiquitín pudiera disfrutar de tocarla, pisarla... Así que este sábado decidimos ir a lo seguro y nos fuimos a La Alpujarra, a Capileira. Un pueblo precioso. Dawit veía por la autovía el pico de la montaña nevada y no quitaba el ojo de la ventana del coche, "vamos ahí?". Ibamos subiendo y subiendo por una carreterita llena de curvas y empezamos a ver la nieve en los árcenes. Nos paramos para que se bajara y la tocara. Se quedó bloqueado, le suele pasar cuando algo le entusiasma mucho. No se atrevía, la tocó con miedo y se quiso subir al coche. Seguimos subiendo y llegamos al pueblo.
 
Allí ya los ojos eran dos platos enormes y redondos, había nieve, bastante, le pusimos los guantes y ya se envalentonó a tocarla, espachurrarla y a tirarnosla sin parar. Era una gozada verle pisarla, viendo como por algunas partes estaba blandita, por otras dura y resbaladiza, había trozos que estaban helados y lo podíamos romper. Corría el agua carretera abajo, de la nieve que iba derritiéndose, aprendió como al echar una bolita al agua se fundía y corría convertida en agua. Toda una experiencia, todo un aprendizaje. Del bueno, del que no se olvida.
 
Fué un gran día, jugamos los tres como niños, incluso nos picábamos su padre y yo a tirarnos auténticos bolazos... A la vuelta se quedó dormido en el coche, cosa extrañísima en él, pero estaba exhausto, no tanto de cansancio como de emociones.
 
Por la noche después de los cuentos ya negociaba cuando íbamos a volver y me regañó... "Mamá, no le vuelvas a tirar bolas de nieve a papá en la cabeza..... que no tiene pelo!!!!!!! jajjajja, mi niño, mi vida y mi todo.


 




(No consigo girar la foto, pero la dejo que me encanta su carita!!!)